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¿Existe la cocina honesta?


En la última década ha habido un auge muy exagerado y descontrolado del mundo de la cocina. Los cocineros hemos salido a la calle y nos hemos convertido en noticia y somos protagonistas de talents shows, entrevistas, concursos y publicidad.


Esto provoca que nuestra profesión y hobbie llegue al ciudadano de a pie, y de una forma u otra le haga participe de nuestro mundo. Hoy en día lo más normal en un restaurante es criticar con amplio vocabulario en la materia, sacado de programas como Top Chef o Master Chef, dando a entender un conocimiento sobre lo que se habla. Se ha incluido en parte del protocolo de comer, el sacar la foto correspondiente para las redes sociales y que todos sepan lo bien que comes y lo mucho que te cuidas. Vivimos un tiempo en el que todo el mundo dice saber de cocina, a todo el mundo le gusta comer bien y por fin conocemos nombres de cocineros que no son Carlos Arguiñano.


Pero ¡Cuidado!

Como se suele decir…

“Hecha la ley, hecha la trampa”


Cuando nace un nuevo mercado o un nuevo tipo de cliente dispuesto a gastar, todos quieren subirse al carro y sacar dinero (normal…)



Pero el problema está en que no todos lo hacen con la misma honestidad o profesionalidad. Y si pueden venderte cobre a precio de oro lo van a hacer, o como mínimo lo van a intentar. En las cartas de los restaurantes y en los menús del día cada vez se ve más un lenguaje muy rebuscado y el uso de palabras clave que enganchan al cliente, casi sin saber lo que están leyendo, como “ecológico”, “ibérico”, “bio”, “casero”, “natural” o “de corral”. Porque no nos engañemos no suena igual: “huevos fritos con jamón” que “Huevos ecológicos de gallinas de corral con jamón ibérico” Este añadido de palabras nos amplía la imaginación y nos alimenta el ego antes que el estómago, y más todavía si podemos subir la foto al Instagram.


Todo esto está genial, si de verdad lo que te cuentan es lo que te comes. El precio, como casi siempre, es lo que te marca la diferencia. Si en el supermercado te están cobrando la docena de huevos ecológicos a casi 5€, crees que Paco, el del bar de la esquina, te va a poner la tapa a 5€… ¡Y con jamón! Eso sí, ibérico.


En la era de la Healthy Food también enganchan muy bien las palabras “Semillas”, “bayas”, “crudo” o incluso simplemente “verde”. Llegando a casi no importar de que sean las semillas o que es lo verde que me estoy comiendo. Es sano… mi cerebro dice que es sano… y el #GREENLIFE hace mucho que no lo subo. Ya toca.


Todo esto, aunque a veces no se crea, el cocinero de honestidad cuestionable, lo tiene muy en cuenta a la hora de escribir el nombre del plato, para así vender, vender y vender. Pero no solo añadiendo palabras de moda se consigue enganchar a un público con formación gastronómica de televisión, también se consigue acercando seudo productos de lujo como suele ocurrir con la famosa trufa. Si eres de clase media, con un sueldo mileurista y te encanta la salsa de trufa del restaurante italiano de todas las semanas, me sabe mal revelarte que esa pizza tartufo e funghi, que siempre pides, no ha visto una trufa de cerca en su vida.


Lo mismo pasa con el foie y otros productos de primera calidad, que al igual que la ropa de marca, cuentan con sus versiones baratas o derivados, que al final poco se parecen al original.


La temporalidad del producto, sobre todo en frutas y verduras, es algo bastante a poner en duda casi siempre y que se usa muy a la ligera. Pedir una ensalada del día con hortalizas de temporada en enero y que lleve aguacate, me hace preguntarme de donde es el cocinero y en que estación del año vive él. Que está claro que hoy en día y con el mercado globalizado que tenemos, disponemos de todo durante todo el año, pero me parece estirar demasiado la expresión “producto de temporada”, no dudo de que en algún sitio sea temporada de aguacates en enero.


Pero no temas, no todo el mundo intenta timarte



Si uno sabe dónde buscar y es justo pagador de lo que consume, siempre encontraras cocineros que se preocupan por la honestidad y veracidad de sus platos. Es mucha la gente que se esfuerza día a día por ofrecer una carta donde las denominaciones de origen, las temporadas o las calidades de lo que ofertan son reales. Pero para eso, como para casi todo en la vida, se requiere conocimiento, formación, experiencia y sobre todo profesionalidad e interés hacia el trabajo personal de cada uno, que siempre derivará en una alta satisfacción de los comensales.


Mi consejo, que ya sé que no me lo has pedido, es que si disfrutas de la comida y de la restauración, ya sea por profesión o por afición, no te dejes distraer por la cortina de humo llena de palabrería y tecnicismo, e infórmate bien antes de reservar.


Tu tiempo y tu dinero valen mucho cómo para dárselo al timador de turno.





“Y tú, ¿Comes honesto?”

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