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Crujiente de arroz y azafrán. Original y divertido.


Las variantes que existen para realizar crujientes con los que coronar nuestros platos son indudablemente numerosas, llenas de color, sabor y textura crunchy con la que añadir contraste en muchas elaboraciones. Son esos pequeños detalles en los que se puede marcar la diferencia de una creación aburrida a algo original y bien trabajado.


Esa diversión extra la podemos conseguir por ejemplo, con chips de hortalizas, con caramelo, con frutos secos, con masas de harina o con las frutas deshidratadas como os conté en el anterior post.


Pero uno de los recursos más sencillos y vistosos que hay es el crujiente de arroz. En el caso de hoy el crujiente de arroz y azafrán, aunque las posibilidades de versionarlo tanto en color como en sabor son muchas.


¿Para qué podemos usarlo?


La manera que tenemos de elaborarlo nos permite cortarlo de distintos tamaños haciendo que sus aplicaciones sean varias. Desde un snack ligero, como si fueran unas patatas, solo o acompañado de alguna salsa para dipear; hasta usándolo como una tostada de base de otros ingredientes con los que confeccionar nuestra propuesta gastronómica. Y por supuesto, por sí solo como crujiente colorido con el que otorgar altura y una buena estética a la presentación de un plato.




¿Cómo se hace?

¿Qué necesitamos?


Los ingredientes son pocos y sencillos:


300gr de arroz de grano redondo

900gr de líquido (Caldo de ave, fumet, caldo de verduras, agua…)

5gr de sal

Unas hebras de azafrán

  • Ponemos todos los ingredientes juntos en una olla y lo llevamos al fuego para que hierva.

  • Cuando ha hervido bajamos a fuego medio y dejamos cocinar durante aproximadamente 20 minutos, hasta que el grano de arroz se pase, suelte el almidón y absorba todo el líquido. Vigilando que no se agarre ni se quede sin líquido.

  • Cuando se ha evaporado todo el líquido lo apartamos del fuego y dejamos reposar para que pierda temperatura.

  • Antes de que esté frío del todo lo estiraremos entre dos papeles sulfurizados con la ayuda de un rodillo. En este punto podemos elegir entre triturar la pasta de arroz con un robot de cocina para que quede liso o dejar el grano entero, esto hará que cambie el aspecto final.

Resultado con el arroz triturado

  • En cualquiera de las dos opciones el proceso es el mismo, cogemos un par de cucharadas de la pasta, la ponemos sobre una hoja de papel y ponemos otra hoja encima, con la ayuda de un rodillo estiramos la mezcla para quede una capa fina y regular. Aquí podemos jugar con el grosor que queramos que tenga nuestro crujiente.

  • Cuando tenemos toda la mezcla estirada entre papeles, los colocamos en un lugar seco y cálido para que sequen, por ejemplo encima de un horno y lo dejamos secar de un día para otro. Podemos adelantar este proceso si tenemos una deshidratadora o también con un horno a muy baja temperatura.

  • Cuando nuestras placas de arroz están secas las podemos separar fácilmente del papel y las troceamos con las manos de la medida que vayamos a usar.



  • Ahora solo queda freír. Necesitamos un aceite bien caliente, alrededor de 180-190ºC, controlando muy bien que no se queme. Introducimos un trozo de crujiente en el aceite y en cuestión de pocos segundos debería hincharse, si no ocurre al momento probablemente le falte temperatura al aceite.

Lubina salvaje con salsa de azafrán y nuestro crujiente

Con este fácil proceso y tu imaginación puedes cambiar la receta cuantas veces quieras, prueba a sustituir el azafrán por una cucharada de tinta de calamar y conseguirás un crujiente de arroz negro. Juega con los sabores de los caldos y las especias hasta conseguir tu favorito. ¡Creatividad al poder!



¿Te imaginas un crujiente con sabor a paella o a arroz con leche?

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