No hace mucho estuve unos días disfrutando de Londres, desconectando de la ciudad con más ciudad. No sé si habéis tenido la suerte de ir alguna vez, pero los que hayáis estado me entenderéis cuando digo que es un lugar que no conoce el aburrimiento. A pesar de su falta casi total de sol, es una ciudad llena de vida.
Entre todos mis planes estaba el de cenar en el StreetXo. Ya conocía la experiencia peculiar de su antecesor en Madrid y sabía que esta versión inglesa no me iba a dejar indiferente.
¡Así fue!
Una vez situados en el lujoso barrio de Myfair, con la ayuda de Google Maps, encontramos la puerta del restaurante. Desde el segundo uno se produce un cambio de chip en la mente, que provoca una predisposición a sentirlo todo y a observar cada detalle.
A diferencia de su primo-hermano madrileño este StreetXo no se encuentra en las alturas de un gran edificio y por lo contrario nos presenta un aspecto más subterráneo y clandestino…
I like it!
Primera sorpresa de la noche ¡Hay mesas! ¡Un restaurante con mesas! No, no me he vuelto loco, pero os juro que mi cabeza solo estaba preparada para ver una barra que diese directamente a la cocina. Por suerte para mí, me sentaron en la barra donde era imposible que perdiese detalle de la jugada.
Para abrir apetito mi acompañante y yo pedimos dos cócteles un poco guiados por el azar. Para él una combinación de alcohol, con chutney de mango y chocolate blanco servido en una bolsa de plástico…emmm…sí, una bolsa de plástico. Definitivamente tengo un problema, porque nos están cobrando 15 libras por una copa sin copa…
¡¡y me encanta!! Y para mí un ron cola con humo de puro.
¡Espectacular!
Nos montamos un menú con todo lo que veíamos nuevo en la carta y con alguna cosa más que nos quedó pendiente en nuestra visita a Madrid.
Un chili crab 2.0, una de croquetas “La Pedroche”, un pichón con cresta, pulpo, ensalada con mango, panceta a baja temperatura y una espuma de manzanilla con aires muy flamencos. Todo de 10 y servido a buen ritmo, teniendo en cuenta que tenían el chiringuito hasta los topes.
Otra novedad, de la que tardé en percatarme, es que usaban vajilla en lugar de los clásicos “lienzos” desechables que yo conocía. Un detalle que está bastante bien y que no me pareció notar que repercutiera en un aumento del precio por plato.
En comparativa Spain-UK he de decir que no hay demasiada diferencia de precio, aunque eso sí, ninguno de los dos son para ir todas las semanas, o al menos el bolsillo de un servidor no puedo permitírselo. Pero un capricho de vez en cuando no hace daño.
¿Y tu?
¿Has vivido la experiencia XO?
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